Esta situación es nueva y excepcional para todos: familias y maestros. Debería imperar el sentido común, pero ya sabemos que ese, es el menos común de los sentidos. No son pocas las familias que me han escrito (estas cosas de las redes es lo que tiene) ni pocos los comentarios que yo he leído, de familias «desesperadas y agobiadas» con las tareas escolares. Yo creo que la vida está para hacérnosla bonita y fácil los unos a los otros, esto debería ser así en circunstancias normales, en una crisis mundial con mayor motivo. No pierdas un día de sonreír, de decir cosas agradables o de hacer algo por los demás, no sabemos lo necesitados que pueden estar los ojos que nos miran.
Ahora nos encontramos con familias en las que los progenitores tienen que teletrabajar mientras cuidan a sus hijos, además de hacer la compra (que con los preparativos de antes y después en mi casa ha llegado a ser una tarea de 4 horas), hacer la comida y hacer las tareas escolares, fotografiarlas y subirlas al padlet, a Google Classroom, enviarlas cpor correo al tutor o lo que cada colegio haya decidido con la mejor d elas intenciones posibles. Pero todo esto, a parte de imparto emocional que está teniendo en nuestras vidas es un cambio que parece que haya que hacer para ayer.

Creo que es tiempo de empatizar, de escuchar, entender y desde luego no exigir. De explicar la situación que se vive en casa y que hay tantas circunstancias como familias en el mundo.

Padres que entran en un ERTE y no cobran, padres sanitarios que están agotados física y mentalmente, padres que pierden a sus padres mayores, padres que cuidan de sus hijos y teletrabajan mientras su pareja sale a trabajar porque es personal esencial, o simplemente padres que esta nueva situación no les ha sentado bien y les tiene la cabeza dispersa porque es demasiado para sus cerebros entender lo que está pasando…Para muchas de esas familias (entre las que me encuentro), el colegio está el último en su lista de prioridades. Porque les importa más salir «vivos y cuerdos» de esta locura que si se envian las fotos de la tarea realizada. Habrá que confiar en que estén hechas aunque no haya foto pensarán…
Las consecuencias de este encierro en nuestra salud mental y emocional las veremos más adelante, pero es duro, muy duro. Como docente solo trato de hacerle a mis familias el día más llevadero, que sepan que estoy ahí, disponible en cualquier momento, siempre hay tiempo para un Zoom, una videollamada, unos mensajes, una llamada telefónica, lo que sea. Y sobretodo para tratar de vivir esto desde la calma, sin presiones ni preocupaciones que ya bastante tiene cada uno como para dedicarme a no aportar, a no sumar.
Ojalá nunca más tengamos que encerrarnos, porque hay una cosa que está clara y es que la escuela es salud mental y emocional para todos, los docentes echamos de menos a nuestros alumnos y los alumnos echan de menos su escuela. El contacto físico, lo presencial…es insustituible.

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